La casa Inza se implanta entre los bosques de Cariló, balneario turístico y refugio de verano de una familia de la Ciudad de Buenos Aires.

La vivienda se despega del suelo en forma de platea elevada dando protagonismo a su encuentro y a su ingreso a través de unas escalinatas y un alero en hormigón que acompaña al usuario.

Hacia el jardín para garantizar una integración con el verde la platea se apoya, aprovechando los desniveles naturales del terreno, en forma de galería. A su vez cada dormitorio tiene la posibilidad de salir de forma directa al verde.

El hormigón y revestimiento en piedra negro, le otorgan el marco a los grandes ventanales que son los protagonistas de la casa, y de enmarcar las visuales hacia un frente vivo y un fondo de bosque.